Había una vez una niña llamada. Bella Aurora. Era hija de padres ricos y cariñosos.
En aquel tiempo la Plaza de la Independencia no tenia el monumento a la Libertad, sino una pila al centro. Alli se realizó una gran corrida de toros.
En segundo lugar salió un toro negro. Luego de mirar a su alrededor, se acercó lentamente hacia Bella Aurora, quien se desmayó de susto, sus padres la llevaron a curarla del espanto.
Dicen que el toro negro se desesperaba en la plaza. Buscaba a la niña. Al no encontrarla, saltó la barrera y se fue a la casa 1028. Rompió la puerta de la calle, subió al corredor, olfateó por todas partes. Entró al dormitorio de Bella Aurora. Al ver al toro, ella quiso huir, pero no tuvo fuerzas.
Sólo alcanzó a dar un grito fuerte, mientras el toro la embestía. El animal desapareció, Se hizo humo.
-¿Y los padres de Bella Aurora?
-Lloraron bastante por la muerte de su querida hija.
Colorín, colorado, la leyenda se ha acabado.
-Pero, dígame, ¿existió la casa 1.028?
-Sí. Estaba situada en lo que hoy es el edificio "Guerrero
Mora", en la calle Chile.
-¿Y cómo pudo el toro conocer la casa de Bella Aurora?
-Les diré la verdad. Existió la casa 1.028. Allí vivieron Bella Aurora
Y su familia. Hubo toros en la Plaza de la Independencia.
-Ahora comprendo. . Lo demás no es sino un cuento.
-Exactamente.
Así son las leyendas. Tienen algo de
Verdad, un poco de falsedad y mucho de encanto.
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