viernes, 10 de junio de 2011

EL ATRIO DE SAN FRANCISCO


Corrían los tiempos de la colonia
Un indio llamado Cantuña se comprometió a
construir el atrio de San Francisco.
A punto de ir preso por no haber cumplido su palabra, el Pobre indígena
pidió ayuda a Dios
-¿De qué medio se valió?
-de la oración. Rezó Piadosamente. Luego salió de su
casa, envuelto en una ancha capa. y tomó el camino de la
construcción. En ese lugar, de entre el montón de- Piedras, vio que salía un hombre
vestido de rojo. Era alto, de barbilla Puntiaguda Y nariz aguileña.
-Soy Luzbel, dijo. No temas, buen hombre Te ofrezco
Entregar concluido el atrio antes de rayar el alba
- Como pago por mi obra quiero tu alma
¿Aceptas mi propuesta?
-Aceptada, respondió Cantuña ,pero al toque del Ave maría no debe faltar una sola piedra, o el trato se anula.
-De acuerdo, agregó Satanás
-Firmado el pacto, miles de diablillos se pusieron a trabajar sin descanso
Cerca de las cuatro de la mañana, el atrio estaba a punto de ser terminado
 Pronto el alma de Cantuña
Pasaría a ser de Luzbel, pero los diablillos no alcanzaron a colocar
todas las piedras. Todavía faltaba una. Por eso Cantuña salvo su alma.
Entonces Luzbel montó en cólera y desapareció con sus obreros del infierno
Desde su partida tenemos el hermoso
Atrio de San Francisco, Es tan grande y precioso el atrio, que
Los quiteños han inventado está agradable leyenda

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